jueves

Hallazgo





Aún tengo ese relámpago anudado a la nuez.
Ensoñación de un muerto pegado a un muro milenario.
Despiojo mi aorta en esta realidad desmembrada 
de cualquier afinidad adherida a mis demonios 
y a mis dioses.
La arrullo sobre mis rodillas.
Ya no hay azotes que puedan someterla.
Este mundo se me hace un emigrante,
un deshecho desterrado al nunca.
El mar es ahora mi testigo,
me abraza como un amante.
¿Dónde asirme?
¿Dónde anclar mis pies si no existe
un suelo firme?
A mi misma
Y ahí me quedo. En mi.
Libre de cualquier cielo punzante.
Impidiendo que mi larva se transforme
en una parásita de otros infiernos.

L.

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