domingo

 

Hubiera deseado saltar a tu hoguera.

Que tus gemidos y los míos se hubieran anudado a las ascuas. 
Ser tú quien guiara mis manos, quien ardiendo en mi nombre deseara y me ordenara que jadeara el tuyo.
Ser yo aquella a la que le susurras días y noches. 
Escuchar la risa que alguna vez adiviné entre las letras. 
Pero en todo este tiempo me tocó ser pluma. 
Hubiera dado cualquier sueño por sólo una pequeña parte de lo que esparces.
Pero a veces no se es la tierra de quien quieres que te pise y me quedé en orilla. 
Arena que se lleva la marea. 

De todas formas descubrí que mi tierra es salvaje y fresca.
Inverosímil y atrayente. 
No habrán estado tus pies arrancándome la ropa, ni los míos descubriendo tu hombría. 
No se habrán resquebrajado nuestros cuerpos al paso de nuestro placer infinito. 
No habremos creado fosas donde enterrar el gozo y caer rendidos y muertos para renacer mirándonos. 
Pero así tal vez  en algún momento nos recordemos  cómo dos huellas que juntas hubieran provocado otra catarsis. 

L. 


Este blog llegó a su fin. 
Los textos que incluya serán de este año maldito.

Los nuevos irán a otro lugar. 
Tristes, cansados, pero sanos.