martes





Aquellos fueron días de silencio, no llegaba la garganta para hablar, si acaso, respirar significaba un logro.
La alambrada no era demasiado alta, era punzante. 
Eso si, ya se dijo en la reunión:
-La rebeldía es esperanza-

Ella aún le musitaba una nana mientras chorreaba de sus pechos una ardiente leche que la dejaba seca y enjuta.
Así como succionaba , se llevaba las fuerzas y las ganas de avanzar hacia un delirio anunciado , igualmente hinchaba sus mamas y mantenía su arrojo.
Le miró tan profundamente como se alejaba. Se adentró en la arboleda negra apretando el bulto tal cual el bulto apretaba sus ansias.
El la amó aún apuntando con la lanza hacia su cuerpo. 
Relinchó el caballo deviniendo la flecha. 
Nada es certero cuando es el amor el que manda. Y se perdieron los pechos y la añada escapando de los buitres, de la alambrada, de la esperanza y de el...

El mañana existe con el permiso de la muerte, pero hoy no hay gallo que cante y si un amanecer...

(Pensó mientras se le agrietaban los pezones)

L.

Frag:  La estación de los ángeles

No hay comentarios:

Publicar un comentario